Edwin Velásquez
Desde la llegada de Nicolás Maduro Moros a la presidencia de la República,
la Revolución Bolivariana ha sufrido una embestida política y económica que ha
generado una diversidad de consecuencias sociales, solo por la necia intención
de una élite que usa la violencia como
forma de hacer política para derrocar al presidente chavista y hacerse del
poder.
Hay tres actores que han sido fundamentales en el proceso de resistencia
que hemos vivido los últimos cinco años, pero que se acrecentó en lo que va del
año 2019: el pueblo, la dirigencia chavista y la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana; sin embargo, este escrito va a la dirigencia chavista,
especialmente a quienes aún, después de todo lo vivido no aterriza por la
incomprensión política del momento.
Es el pueblo venezolano a quién hoy le reconocemos su papel en esta guerra,
un pueblo resistente que tiene mucho mérito en esta embestida total que ataca
desde todos los flancos a la vez, es un
pueblo asumiendo amenazas reales; sin intención de idealizarlo, no existen
dudas de la capacidad de resistencia de nuestra gente, que en términos de mucha
mística histórica y hasta de una poderosa carga genética, contiene la valentía,
el coraje, la temeridad, la entrega, e incluso, el amor que tuvo Guaicaipuro
por su tierra y su gente, que exaltó Bolívar en su lucha por la libertad, en la
lucha por la felicidad de los pueblos, y que tuvo cada hombre, cada mujer, cada
joven, en 500 años de esfuerzos épicos por alcanzar la verdadera independencia.
Ante los feroces ataques del enemigo, por socavar las bases de la
Revolución, debemos atender al pueblo todos los días en un esfuerzo pleno por
alcanzar niveles de conciencia que permitan mantener su espíritu de lucha,
porque la conciencia no es algo que solo
se gana con discursos sino que es producto de una construcción política
permanente, que en términos dialécticos forma comportamiento y deriva en
acciones por el análisis y entendimiento razonable de la realidad en su
conjunto, con palabras de aliento y
esperanza pero también con verdades, con hechos (concretos, visibles,
palpables), y gestas ejemplares con alta carga ética, es un deber, una
necesidad, y hoy por hoy, una obligación; en lo moral la conciencia es un escudo protector, nos ampara de la duda, y cuando
ésta nos aborda, nos agarramos a la conciencia para no caer en ningún limbo,
para estar sanos, para no desviar el camino, para mantener la firmeza ante
cualquier agresión enemiga, ante cualquier dificultad, nos aferramos a la
conciencia para vencer, pero primero lo
primero, alcanzar plena conciencia colectiva, masiva y real, y con ello,
niveles superiores, pasar de lo particular a lo general, de lo general a lo
total, de lo total a lo absoluto, de lo absoluto a lo universal.
Los Estados Unidos de Norteamérica, ha impuesto una serie de medidas que
asfixian la economía venezolana para resolverle a la derecha lo que por torpeza
nunca ha podido alcanzar por sus propios medios: Derrocar a Nicolás Maduro Moros,
situación que obliga al chavismo a
admitir un fuerte y comprometido desafío histórico, lo razonable, ante una
sociedad profundamente democrática como la venezolana es mantener su moral alta
sin confiarse, relajarse ni subestimar al enemigo, así como mantener el apoyo
de las mayorías populares, pero esto debe pasar por un proceso reflexivo
que implica deponer orgullos y convocar al otro, para ello creo que es deber:
1.
Cuidar con distinción y esmero al chavismo real, que es el chavismo leal por convicción, que
cree en el proyecto revolucionario, en Hugo Chávez como Comandante Supremo y en
Nicolás Maduro como líder de esta etapa, es un defensor a ultranza,
inmensamente entregado al bienestar de su pueblo, leal, fiel, un apasionado
militante de la Revolución Bolivariana.
2.
Imperioso preservar al chavismo que ama a
Chávez, pero no está convencido a plenitud por la Dirección Política de la
Revolución, trabaja y milita
para el proceso revolucionario, no saltaría la talanquera hacia la derecha por
nada del mundo, pero sí podría quedarse en un limbo que no tributa a nadie,
esta condición restaría, por lo que nos invita a una lucha por vencer el temor
a trascender a esta nueva etapa sin la presencia física del Gigante, vale la
pena hacer esfuerzos por ganar su confianza hacia la nueva direccionalidad política
de la Revolución y con ello, reconocimiento pleno e inquebrantable al actual
líder, el presidente obrero, Nicolás Maduro Moros.
3.
Es pertinente atender al patriota, que respeta la constitución, rechaza la
intervención extranjera, también es capaz de rechazar la violencia de lado y
lado, comprende que hay un proceso de sabotaje de los enemigos externos e
internos hacia el gobierno pero también identifica la corrupción, la indolencia
y el burocratismo como un vicio del chavismo, sin embargo, muchos de estos
compatriotas están dispuestos a trabajar para el Estado y hasta se involucran
en procesos de participación de la Revolución por su apego histórico y social,
esto no quiere decir que están ganados, pero vale la pena hacer el esfuerzo y
acercarlos a nuestra razón.
4.
Reanimar al cansado, al que se desmotivó por falta de comprensión
causada por un conjunto de adversidades provocadas por la guerra
multidimensional; asistir al que se decepcionó pensando que las respuestas y
acciones de la Revolución serían más contundentes, a quienes que están heridos
y abrumados por las circunstancias, sumándoles que en ocasiones son juzgados,
apartados y separados por nuestros propios liderazgos sin esfuerzos para
recuperarlos, fortalecerlos y alentarlos, simplemente por no sostener la línea
discursiva, por no ser “disciplinado”, es algo a considerar, pues no es tiempo
de restar, sino de mantener nuestra fuerza unida y cohesionada, sosteniendo que
la lealtad no está divorciada de la crítica sana y responsable.
Por otra parte, debemos ubicarnos y
evaluar momento, tiempo y espacio, comprender que para mantener a las
mayorías debemos construir una nueva
narrativa coherente con las circunstancias que vive el pueblo de a pie,
tomando en cuenta su diversidad y con ello sus intereses y necesidades; el chavismo está en el deber de analizarse,
de encontrarse con una nueva realidad que no es la realidad de Chávez, y
que no retornará a esas condiciones en el tiempo mediato, por tanto, hay que
enfrentarse a una nueva lógica, tomando en cuenta que se gobierna para todos, y
aunado a ello aplicar unos nuevos métodos en el trabajo político que
realizamos.
Ahora bien, estamos en guerra, esta frase la escucho no menos de 10 veces
al día, pero es notorio que el pueblo no la quiere asumir a pesar
de que le ha tocado enfrentarla, el pueblo venezolano es un pueblo que intenta
vivir desde la normalidad, hace un esfuerzo para que la realidad no le agobie,
pero el problema no es el pueblo que sufre las consecuencias de la agresión
enemiga, el problema termina siendo una parte del chavismo dirigente, en todos
sus niveles, que se acostumbró al poder en tiempos de gloria y que hoy no se
adapta a la nueva configuración de la realidad que nos dejó la hostilidad
imperial, fácil fue gobernar a partir del barril de petróleo a cien
dólares, ser dirigente teniendo como motor y escudo a Hugo Chávez, líder
indiscutible de la Revolución, y hoy no se puede gobernar como si estuviésemos
igual.
Aclaro, que no todo el chavismo dirigente está despegado de la realidad,
pero identifico al menos seis manifestaciones que mantienen a una dirigencia
atascada a un pensamiento y práctica al margen de la guerra, a aquel dirigente,
a aquella dirigente que no ha aterrizado, o que en esta etapa de la Revolución
no se halla porque venía de otros momentos y hoy, pareciera habérsele acabado
las ideas, es menester señalar que la dirigencia puede acelerar o frenar los
procesos de lucha del pueblo, hoy
pagamos el costo de quien fue bueno en tiempos buenos (y se le reconoce), pero
no lo ha sido en circunstancias verdaderamente difíciles, dichas
manifestaciones son:
1.
La Lucha por el Poder desde el chavismo y entre
chavistas:
Hay un chavismo dirigente que aún no asume que
la lucha va más allá de los adversarios que tenga a lo interno de su
organización obviando a los verdaderos enemigos históricos, estratégicos y de
clase, ven el poder desde el posicionamiento partidista o institucional, es
capaz de fragmentar alianzas, es un actor que reduce su práctica a la
consecución de sus intereses individuales o de grupo, por encima de los
intereses verdaderos de la Revolución.
2.
La disputa por la Renta Petrolera, en el peor momento de la producción y
exportación de petróleo, donde estamos obligados a tejer nuevos tejidos
productivos y con ello obtener una nueva y poderosa renta como consecuencia de
una economía diversificada.
3.
La cultura del subsidio estadal, frente a la carencia de condiciones de un
Estado fuerte, debilitado por los enemigos para causar un estallido social y
desplazarnos del poder político.
4.
Las practicas del clientelismo político de
Estado, que algunos utilizan
para mantener cuotas de poder frente a sus debilidades de liderazgo y apoyo
político y/o popular.
5.
La dependencia estadal como vicio, a la espera de lo que “Papá Estado” pueda dar y
resolver para hacer política, sin ello, hay una dirigencia que no concibe
resolver los problemas sociales y avanzar en la construcción política
revolucionaria.
6.
La burocratización de los liderazgos populares, como parte de las desviaciones de la
dirigencia del pueblo en el ejercicio de la construcción política popular.
Frente a este panorama, es importante que el chavismo y el pueblo asuma
nuevos retos y desafíos del actual tiempo histórico, algunos mencionados en los
párrafos anteriores y otros que ubico en los siguientes enunciados y que
caracterizan a la dirigencia aterrizada que hace política responsable y a tono
con la realidad del país:
1.
Elevarse políticamente, es decir, estar a un nivel de formarse, pensar,
planificar y concretar permanentemente estrategias y acciones orgánicas,
individuales y colectivas, para alcanzar soluciones viables o acordes en lo
económico, político y social.
2.
Tener la capacidad para ver la totalidad de los
problemas y sus dimensiones,
eso pasa por ubicar las nuevas necesidades del pueblo, muchas de ellas
erradicadas por Chávez y retornadas por la derecha venezolana y el imperialismo
feroz, a partir de ello elevar las
nuevas banderas de lucha del pueblo.
3.
Volver a la gente, acompañarle, incorporarse, atenderle,
comprometerse y permanecer in situ con ellos.
4.
Impulsar una nueva épica organizativa,
productiva y de defensa del pueblo, es momento para avanzar hacia objetivos que garantice la existencia y el
desarrollo desde lo más local hasta lo nacional.
5.
Gobernar en todos los niveles de la sociedad y
gobierno, fortalecer al
Partido y a la nueva institucionalidad del Poder Popular para preservar el poder político.
6.
Luchar contra la corrupción, el burocratismo y
la indolencia, Contribuir
a la evolución del Estado mejorando su funcionamiento, eficiencia y poder, imprimir una alta
carga ética y moral en la construcción política
que se lleva a cabo, en pocas palabras, ser ejemplo.
7.
Confiar en
el pueblo: desde donde opera la dirigencia revolucionaria es
importante incorporar al pueblo en el trabajo revolucionario, tomar en cuenta
sus experiencias, abrir paso a la transferencia de competencias y recursos,
acceder a sus planteamientos, prácticas y métodos de trabajo, contribuir a su organización, ayudar grandemente en la
restitución del poder que le pertenece, y a la lucha por alcanzar el altísimo y
honorable nivel de Poder
Popular.
Ganar
la guerra es un objetivo estratégico que requiere de un esfuerzo incesante,
inteligente y colosal por parte de nuestra dirigencia revolucionaria, es notorio que este proceso de debilitamiento
progresivo de las estructuras políticas, económicas y sociales del país
persigue desmontar por completo la poderosa estructura en las distintas
dimensiones que edificó el Comandante Supremo Hugo Chávez en los 14 años que
gobernó, con un fuerte carácter holístico, patriótico y revolucionario.
A juicio de
Elliot Abrams Venezuela representa una amenaza real para los Estados Unidos, es
por ello que es importante destacar la importancia de invertir esfuerzos y
sacrificios en esta etapa que vivimos; frases como: “¿Entonces
vamos acaso a permitir que en Venezuela sea exitoso el socialismo?”,
sentenciando que, “el que no esté con
nosotros (los EEUU) debe pasar por los más dolorosas privaciones, las más
terribles inseguridades, las más penosas necesidades…”, es deber ser la
dirigencia que el país necesita para alcanzar la victoria definitiva, es
un desafío provocador, un ejercicio
vital para acceder a niveles superiores de construcción y de acción política, es urgente obtener grados superiores de
sabiduría que permitan alcanzar la lucidez y sus pesares: aquellos de vivir
conscientemente en un sistema que te oprime, lo que obliga a intensificar la
lucha para vencer las pretensiones enemigas que nos han declarado la guerra
para siempre.
Lo
único que deduzco es que GANAR LA GUERRA trae consigo grandes recompensas y
satisfacciones que en siete platos serían:
1.
Restituir
la plena soberanía nacional: Ser libres e independientes a plenitud.
2. Recuperar
los derechos y garantías de autodeterminación del pueblo: Nuestro derecho a
decidir nuestro rumbo.
3.
Gozar de
estabilidad política y de crecimiento económico y social: Alcanzar la Venezuela
potencia.
4.
Consolidar
un nuevo orden: El Socialismo.
5. Rescatar
el proyecto Bolivariano de construcción de la Patria Grande, del Mundo multicéntrico
y pluripolar: Hegemonía Mundial de los Pueblos.
6.
Alcanzar
la suprema felicidad social: Ser felices para siempre.
7.
Derrotar
al Imperio.