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Un Blog de Edwin "El Bachi" Velásquez - Leal al Comandante Chávez y a Nicolás Maduro por el Socialismo Bolivariano - Delegado del Partido Socialista Unido de Venezuela - Comisionado Estadal de Formación Política de la JPSUV (D.C) - Premio Municipal al Liderazgo y Activismo Juvenil Livia Gouverneur 2012 y 2013 Mención Honorífica Mejor Liderazgo Juvenil - Vivir y Vencer Camaradas - ¡Viva Chávez! ¡Viva la Revolución!

27 de abril de 2012

Sobre Guillén

CLODOVALDO HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
viernes 13 de abril de 2012 12:00 AM


Impresiona lo mucho que puede variar el concepto de valentía entre una y otra persona. Por ejemplo: oí a unos comentaristas deportivos decir que Oswaldo Guillén había sido "muy valiente" al dar una rueda de prensa para desdecirse y así apaciguar los ánimos rabiosos de los sipuncúlidos y acantocéfalos de la subespecie mayamera. A mí, en cambio, me pareció uno de los gestos más cobardes que se haya visto últimamente, una humillación de grandes ligas. De pana y todo, Ozzie.

No es la primera persona a quien la sociedad civil onicófora y turbelaria de Florida obliga a arrodillarse y pedir clemencia por haber cometido el "delito" de expresar una opinión. Solamente hablando de los muy conocidos, en la lista aparecen figuras como nuestro Oscar D'León y el colombiano Juanes, ambos forzados -con todo y sus discos de platino y sus clubes de fans- a guardarse sus ideas, respectivamente, en las cuerdas del bajo y en el cuello de la camisa negra.

El caso de Guillén es peculiarmente patético porque este gran muchacho es un contestón de nacimiento. Siempre -incluso cuando era pobre- decía lo que le parecía y en ello radicaba buena parte de su encanto. Como pelotero activo fue un "perro caliente", que es como llaman en Estados Unidos a los jugadores deslenguados y pendencieros. Ya en rol de manager había seguido en la misma onda, en especial como tuitero irreverente y escandaloso. Hace poquito escribió: "Prefiero ser burro con plata que inteligente pelando".

La gente decía que a Guillén nadie lo iba a domar nunca. Pero todavía le faltaba chocar contra los nematomorfos y trocóforos del anticastrismo. Miami no perdona un momento de locura y Oswaldo, en su autoasignado rol de rebuznante platudo, ha podido comprobar que bajo las leyes del capitalismo, un salario fabuloso te permite comprarte lo que te dé la gana, pero no necesariamente ser libre de pensar como quieras.

Tragarse sus propias opiniones para no perder un sueldo, muchas veces miserable, es algo duro. Quien trabaje en periodismo y diga que nunca ha tenido que hacerlo o es un mentiroso o -lo más probable- adolece de ideas propias. Pero tener mucho dinero, estabilidad económica, la familia asegurada hasta la quinta generación y verse obligado a abjurar de sí mismo debe ser muchísimo peor.

El episodio de Ozzie devorado por nemertinos y vermiculares me hizo recordar a un viejo compañero que amanecía todos los lunes cotejando los resultados del Kino contra sus tres boletos. Luego los guardaba resignado y decía: "No será tampoco hoy, pero la próxima semana, cuando lo pegue, voy a decirle al jefe todo lo que pienso de él". El triste caso Guillén demuestra que no es cuestión de billete, sino de pelotas

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