La criatura que nunca maduró

Estamos sumergidos de palabras que nos llegan al cuello y de historias acumuladas en el tiempo, historias grandes o vagas que nos demuestran que aún queda del mundo una criatura que nunca aprendió a madurar porque siempre se creyó madura, este tonto mundo que siempre ha sido ingenuo porque unos se creen sabios y otros se sienten cuerdos, unos creen en las revelaciones y otros en los antiguos testamentos y yo, yo que no creo en nada en lo que no tenga que creer, solo me encuentro evaluando al mundo entre mis clases de periodismo imparcialmente parcializadas y las guerras mediáticas que pueden provocar la muerte de miles de conciencias; entre el objetivo de los gobiernos imperiales y las miles de voces de un pueblo que gritan victoria, aquí estamos, en mitad de una vía y al principio de una encrucijada, puesto al centro de una autopista de retos que por un lado no nos permite seguir porque me da tristeza y fiebre de poder no poder hacer nada y por otro nos permite el libre albedrío pero con una condicionante: hacer lo correcto y darle al pueblo la mayor suma de felicidad posible.

Somos una criatura que nunca aprendió a madurar porque siempre nos creímos madura, pero aún continúan las guerras y los sometimientos, aún existen los imperios disfrazados de promesas y salvación, aún los pueblos marginados por la misericordia de una costosa economía, aún las guerras a nombre de la paz y así siempre será el mundo que se ha volteado para siempre ser igual, que se contraría para siempre girar en la misma dirección; de seguro muchos pensarán ¿pero qué importa eso cuando la historia misma nos arropa de gloria cuando se consigue la victoria y nos viste de deshonra cuando nos pisa la derrota? Importa y mucho, porque no podemos esperar dos mil años más para darnos la oportunidad de ser mejores, no podemos esperar dos mil años más para hablar otra vez de revolución, no podemos esperar dos mil años más para salvar al mundo, es ahora o nunca, es vivir ahora luchando por la vida misma o considerarnos muertos por nuestra apatía.

Crítico al mundo que se vistió de dios para siempre gobernar y no hacer milagros, crítico a quienes lo arriesgan todo para llegar alto sin escatimar consecuencias, sin pensar en quiénes puedan ser perjudicados, hoy solo quiero pensar en que algún día llegará la hora de los pueblos del mundo unidos a una sola causa, quiero pensar en el día en que se levanten ciudades y naciones para avanzar al ritmo de una sola política, en el que los pensamientos coincidan y sin querer lleguen las revoluciones y se hagan todos zurdos, porque debemos darnos cuenta de que no vale la pena escribir la historia con una sola mano, han pasado miles y miles de años y la humanidad aún es una criatura que debemos cuidar, porque como dije antes al mundo se le olvidó madurar porque siempre se creyó maduro y hoy que está despertando para ser adolescente se siente contrariado, confundido, y llora como yo lloré a los trece y llora como lloré a los veinte, pero se hace adulto, madurará y verá la realidad como siempre debió verla, como yo la he visto aunque aún muchos me apunten de ignorante, pero la historia siempre sabia no se equivoca y me dará la razón como yo se la he dado al presente, si bien es cierto que han pasado dos mil años después de Cristo para apenas comenzar a crecer, también es cierto que ya no tenemos tiempo para quedarnos en ello, debemos madurar y puede ser simple evitar las guerras, puede ser simple la integración de nuestra región, puede ser simple reconocernos como un todo para ayudarnos todos, puede ser fácil mejorar si todos estamos dispuestos a ello, en algo coincidimos y es que todos queremos un mundo mejor.

L´Bachee

H.et